jueves, 31 de mayo de 2012

Bocados de realidad

¿Adónde vamos? Abocados al fracaso más absoluto, incluso antes de empezar, ya sea como consecuencia de los mercados, del gobierno o de nuestra mala cabeza a la hora de elegir carrera...
Da igual lo que hagas, lo seguro que creyeras que estabas, lo bien que trabajes... El mercado se ha cerrado. Ha dejado de funcionar el ciclo: la gente no tiene, no gasta, no compra, no mueve dinero, no hay comercio, ni publicidad, ni expectativas reales de mejora. Hay desánimo por doquier.
Resulta inconcebible que tenga amigos que no hayan trabajado aún. Hablo de hombres y mujeres de 25 a 35 años. Personas cualificadas, preparadas, que han superado sus estudios, sin grandes distrofias mentales ni físicas, que no tienen posibilidad real de trabajar hoy día. Porque, seamos realistas, no las tienen. Dejando de lado esta crisis asfixiante que nos amenaza con rescates (del país y de la peseta), hace años que el mercado laboral había entrado en un camino viciado: sólo podían trabajar y optar a un trabajo digno quienes tuvieran experiencia previa sobre ese puesto en cuestión. Absurdo, ¿no? Que, digo yo, nadie nace sabiendo y alguien debería ser quien diera la oportunidad de aprender a trabajar... Si no nos dejan tener experiencia, ¿cómo vamos a adquirirla?

El país está hecho una mierda... Llevábamos años preocupándonos por la "desmembración" del estado español, por los nacionalismos y los sentimientos independentistas... y aquí estamos ahora. Nadie se preocupa ya de si los niños catalanes estudian sólo en catalán y olvidan el castellano o de si los presos de Eta siguen desperdigados por ahí o los han acercado a sus familias... Nadie se acuerda de ellos... Tenemos, en su lugar, un precioso muñeco que, cuando reúne valor sale por la tele a decirnos que a nuestro país no lo van a rescatar, que no somos Grecia... Un muñeco que, como leí por Twitter, cuando miente, en vez de crecerle la nariz, crece nuestra prima de riesgo. ¿Quién sabía lo que era eso de la prima de riesgo? Yo aún no lo tengo del todo claro... Sé que es el hombre del saco que nos acecha, el nuevo mito con el que asustar a nuestros niños y, lo que es peor, a nuestros abuelos.

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