domingo, 24 de agosto de 2008

Arcén...

No es más que un poco de cemento, unos cuantos ladrillos dispuestos formando un rectángulo, todo ello pintado de blanco y con unas losetas encima para aliviar su rugosidad: un banco. El banco enclavado en la esquina sobre la que se dirigen mis miradas cada vez que atravieso ese cruce, la encrucijada en la que ambos levantamos la frente y seguimos adelante. Despierto el orgullo, el sentimentalismo perece.
Todo aquello de lo que fue testigo ya no es importante. Las palabras que retumban en mi mente, los gestos con los que nos engañamos, nada de eso importa ni hiere. Y sin embargo ahí sigue ese banco, mi mirada sigue buscándolo y un látigo serpentea en mitad de mi pecho cuando lo encuentra. No es dolor, es vacío. Tan vacío y huero como lo dejamos al levantarnos aquella noche. Sepultamos los recuerdos, permanece la piedra.

1 comentario:

Blanquita de los Bosques dijo...

Guapaaaaaaaaaaa!!!! Te ailoviuuuu! A ver si nos vemos más. Vuelvo el sabado! ¿y mi cuento?

Besazos