miércoles, 24 de enero de 2007

Se fue

El niño, agazapado en un rincón de su cuarto, con la cabeza entre sus piernas, no hacía más que repetir en voz baja "Desaparece, por favor, desaparece; no quiero verte, desaparece". Como si implorase a algo o a alguien que dejara de perturbar su tranquilidad pero como si, al mismo tiempo, no quisiera que nadie más oyera sus súplicas. "Desaparece, huye lejos, no quiero recordarte. Desaparece". No había nadie. Si alguna vez lo hubo, el tiempo borró toda huella de su paso. El niño seguía solo en aquella esquina del cuarto. Hasta que alzó la vista y no vio nada. Desapareció. Para bien o para mal. Tan sólo la duda de saber qué habría pasado de no haber desaparecido podría ser la única compañía del niño en aquella solitaria estancia. Pero había desaparecido. No era nada. Nunca lo fue. Aunque ahora, sin duda, no lo sería nunca, ni sabrían si lo habría sido. Desapareció. Sólo la Nada. Sólo él.

No hay comentarios: