Once upon a time... habíase un pequeño erizo, que vivía tranquilo y solo en la densa inmensidad de un bosque olvidado, sobre un risco peligroso. El erizo era feliz, dedicaba su tiempo a cosas sencillas y se sentía completo con ellas.
Un día el erizo miró al cielo y se fijó en una estrella. No era una gran estrella. No era fugaz, ni emitía una luz especial, ni siquiera tenía una forma original... Sin embargo, comenzó a visitarla, noche tras noche, hasta que se dio cuenta de que la había hecho suya: ya era su estrella. Nuevos miembros se integraron en el bosque, el erizo empezó a hacer amigos, con los que coincidía en todo, excepto en la fascinación por tan burda estrella. Quienes lo rodeaban no entendían nada... El erizo era bien visto por todos, apreciado, ¿cómo podía gastar su tiempo en fijarse en algo tan común como aquella estrella?
La estrella, por su parte, se dejaba halagar... Era más bien prepotente y se creía por encima del resto. El erizo lo sabía, pero aún así iba a visitarla; aún así le procesaba cariño.
La estrella huyó del lado del erizo... Suponemos que quizás se sintió desplazada... Al fin y al cabo, el erizo sólo compartía las noches con ella, el resto del tiempo lo pasaba en sus cosas y con sus amigos. No hubo ninguna despedida, simplemente una noche dejó de estar suspendida en el cielo.
El erizo aceptó la marcha de la estrella, lloró, pataleó, pero terminó aceptándola... Siguió siendo feliz, nuevas estrellas, esta vez hermosas, coronaron sus noches, compartieron largas charlas y aún se mantienen a su lado... Sin embargo, el erizo mira a veces al cielo intentando hallar a su pequeña estrella malcriada. La vida para él no fue, después de eso, peor... al contrario, ya no había días que terminaran empañados por algún mosqueo de la estrella; no obstante, miraba al cielo... y la buscaba... porque sería siempre su estrella.
Aniversario
Hace 5 años
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